- Capítulo 1: ¡Juntos una vez más!
- Capítulo 2: Pánico en ti, pánico en mi
¡Las cosas se ponen HOT! Ah, como no siempre alcanzo a poner
todo en el summary, debo decirles que esta historia es AU (en el primer
capítulo salía, pero a partir del segundo he tenido que quitarlo por
falta de palabras XD) No se asusten por la cantidad de palabras de éste,
que hay como tres hojas de puros comentarios aparte (míos y reviews)
por si acaso XD
¡Otra cosa! El rating irá subiendo de a poquito :P ¡Ya estamos en K+ xD!
Como lo prometí, este capítulo será más "slice of life",
o sea más ligerito en contenido, ya que parece que en el anterior me
excedí con tanta información XD Ahora sí, el último anuncio: aparecerán
más personajes a lo largo de la historia (tales como Kou).
:: PaRALLEL x CrosseD ::
Capítulo 3: "Itazura ~ PAIN"
Takeru
daba vueltas por su cama de un lado a otro. Ayer le había prometido a
todos que apoyaría a la castaña pero ahora, pensándolo bien, no tenía
idea de qué tenía que hacer para conseguirlo. Yamato veía divertido cómo
su hermano pequeño se agarraba la cabeza y se desordenaba el cabello
desesperadamente. Le tiró un cojín para llamar su atención, que lo
golpeó en las costillas.
"Ya deja de comerte la cabeza, simplemente actúa como siempre, naturalmente. Creo que eso es suficiente" - ¿Como siempre?
Takeru no tenía idea de cómo era cuando estaba con ella, el intento de
su hermano por tranquilizarlo comenzaba a tener el efecto contrario.
"Aah... no lo sé, pienso que debería de hacer algo más" – ocultó la cabeza detrás del cojín que su hermano le acababa de lanzar.
Yamato
río – "Sólo preocúpate de estar al lado de ella. Ayer con Sora logramos
convencer a Taichi de que un cambio de ambiente le iría bien, así que
nos vamos a la casa de unos familiares por el fin de semana. Hikari se
siente mejor pero no tanto como para salir, así que tú la cuidarás.
Volveremos mañana en la tarde. Adiós" – hizo un gesto con las manos de
despedida antes de desaparecer de su cuarto.
1… 2… 3…
"¿EEEH?"
– cuando reaccionó, su hermano ya se había ido. Pero alcanzó a
percatarse de una nota colgada en la puerta de su casa. Reconoció de
inmediato la desastrosa letra del mayor de los Yagami y tras darle una
rápida leída comprendió que: si se atrevía a tocar a su hermana lo
mataba, si la espiaba mientras se bañaba o cambiaba también lo mataba,
si tenía algún pensamiento impuro con ella, obviamente, también lo
mataba. El rubio sintió una gotita caer por su sien, al menos al final
del recado le decía que si se portaba bien, le traería algún souvenir.
Aunque,
un segundo, ¿cómo iba a saber si hacía algunas de esas cosas? Un
escalofriante pensamiento recorrió su mente, y de un momento a otro
comenzó a revisarse por todos lados en busca de alguna clase de cámara o
micrófono o lo que fuere, incluso giró sobre sí mismo a ver si lograba
pillarse algo en la espalda, todo bajo la atenta mirada de la castaña… ¿EH?
"¡HIKARI!"
– gritó sin querer producto del susto, buscando con la mirada algún
hoyo en el piso para poder esconder su vergüenza. En ningún momento
reparó en el hecho de que la puerta vecina estaba abierta y muchos menos
de que la castaña estaba justo a su lado.
"Taichi no es tan
sicópata como para poner cámaras para vigilarte" – Si ya antes tenía las
mejillas encendidas, ahora éstas estaban definitivamente rojas, mucho
más rojas de lo que jamás estuvo la nariz de Rudolf. Ella no
aguantó más la risa, pero él, en vez de indignarse sonrió al escucharla,
era curioso lo mucho que lo tranquilizaba ese sonido. Además, tenía que
aceptar que había hecho el ridículo, eso le pasaba por ver demasiadas
películas de espías durante la noche para pasar el insomnio. De a poco
fue relajándose, alegrándose de por fin poder verla. Aunque externamente
no demostró mayor preocupación, la verdad es que la había extrañado, demasiado como para poder admitirlo.
Ni
siquiera ayer que hizo lo imposible por entrar a la casa, a costa de
derribar la puerta pudo verla. Luego de creer que Ichijouji les había
hecho algo, tocó el timbre inseguro: no recibió respuesta, su mente
empezó a maquinar los peores escenarios. Insistió, estuvo a punto de
lanzar el macetero que tenían como motivo decorativo hasta que se
encontró al otro lado con la cara de pocos amigos del castaño.
Visiblemente agotado, sin consideración alguna, despachó al rubio fuera
de su hogar, alegando que tenía las hormonas demasiado revolucionadas
para ir a hablar con una persona convaleciente.
Quitando esa
escena de lado se dio el tiempo de apreciarla. Los vestigios de su
malestar eran mínimos, dando a entender que pronto le darían el alta
(traducción: Taichi al fin la dejaría salir). Eso sí, una parte de su
mente le aseguro que aunque la castaña hubiera estado con el rostro
amarillo, ojeras kilométricas y el cabello graso, él la habría
encontrado bonita igual. Arg… ¿qué cosas estaba pensando? En realidad, ¿por qué le incomodaba eso? Él sabía que Hikari era bonita «preciosa»
(ignoró olímpicamente ese pensamiento) desde el día en que llegó. Las
manos comenzaron a escocerle, deseosas de poder envolverla en un abrazo y
comprobar que era real, que ella realmente estaba frente a él. Se dio
una cachetada y repasó las advertencias de Taichi mentalmente para
reprimir sus impulsos.
La castaña se revolvió algo incómoda en su
posición al sentir la mirada del rubio en ella. Desvió los ojos
ligeramente, pero no lo suficiente como para no poder notar que él
seguía analizándola. Quizás debería de haberse colocado algo más encima,
esos orbes azules parecían tener la capacidad de ver a través de ella.
Hasta ahora, si era sincera, no se había dado el tiempo de fijarse bien
en el, ya no tan, recién llegado. No se trataba de que no hubiera notado
lo increíblemente guapo (calla Hikari, calla) que se había
puesto su amigo de la infancia, simplemente, las feromonas de él no
hicieron mella en sus sentidos hasta… hasta ahora.
Takeru podría haber seguido en su batalla mental, pero cambió la cara de inmediato al percatarse de lo colorada que estaba ella.
"Casi
me matas de un susto. ¿Estás segura que puedes salir? Y…. ¿vestida así?
¡Hasta parece que te ha vuelto la fiebre! ¡Estás roja!" – tenía los
pies descalzos y encima del pijama, un sweater sobre los
hombros que no se veía precisamente muy abrigador. Sin preguntarle,
colocó una mano en su frente, provocando que la temperatura de ella
subiera aún más.
"Y yo que pensaba que sin mi hermano encontraría
un poco más de libertad" – se lamentó la menor, recuperando la
compostura antes de que él siguiera insistiendo. Escondiendo el leve
deje de decepción que sintió al ver que él no había reparado en el real
motivo de su incomodidad.
Él rió levemente al escucharla – "¿Ya almorzaste?" – La castaña negó con la cabeza – "Entonces te haré algo"
Ella lo detuvo y lo miro con los ojos muy abiertos – "¿Sabes cocinar?" – casi se lo gritó.
"Por
supuesto que sí, ¿qué te crees que soy?" – replico haciéndose el
ofendido. La castaña sintió que las mejillas le ardían, para ocultar su
vergüenza miró el suelo. Le faltaba brillo, cuando tuviera tiempo se
encargaría de encerarlo.
"Es que… cada vez que mi hermano intenta
cocinar, o le quedan las cosas crudas, muy saladas o dulces, o
simplemente se le queman. Tienes que entenderme"
"Pero mi hermano
si cocina" –recordó. Ella le dio toda la razón y se disculpó por su
olvido, también por haber dudado de sus habilidades culinarias.
Takeru
se propuso hacer que la comida le quedara especialmente deliciosa para
impresionarla, así nunca pondría en duda sus cualidades hogareñas. La
castaña se terminó su plato en un dos por tres alegando que hace días
que no probaba algo decente, porque la tenían con una dieta a base de
sopa de arroz o caldo de pollo. Eso sí, agradecía que Sora los hubiera
ido a visitar seguido, si no, corría peligro de intoxicarse con las
preparaciones de su hermano.
El
trío llegó a la playa sin contratiempo alguno, Taichi fue el primero en
pisar la blanquecina arena mientras se quitaba toda la ropa hasta quedar
en un short con estampados hawaianos. Los otros dos negaron
divertidos al verlo zambullirse en el agua cristalina y desaparecer
detrás de las olas. El sol ya no pegaba tan fuerte, estaba ideal para
bañarse. Lástima que Mimi hubiera rechazado la salida a última hora. El
ojiazul decidió que la llamaría más tarde para pedirle explicaciones,
solo como amigos, sí, solo eso.
"Sora, ¿no crees que está tardando demasiado?" – preguntó el rubio preocupado.
Ella
consultó su reloj, ¡ya habían pasado 3 minutos desde la última vez que
lo vieron! – "Tal vez está oculto detrás de una roca, para hacernos una
broma" – dijo no muy convencida.
Para su alivio pronto vieron la
melena de Taichi asomarse, pero algo extraño pasaba, el moreno parecía
luchar por salir, chapoteaba, se hundía y al rato después volvía a salir
respirando grandes bocanadas de aire, por fin pudo pedir ayuda, no
obstante, después todo fue silencio, ¡había desaparecido!.
Sora se
tomó la cabeza intentando aguantar la desesperación que comenzaba a
invadirla, justo en el momento en que Yamato se quitaba la camiseta y se
metía en el agua. La pelirroja contuvo la respiración unos segundos,
esperando que no fuera nada grave, sino ¿qué le diría a Hikari? Se
supone que venían a pasarla bien, sobre todo él, ¡y pasaba esto! No, no,
no podía ser tan negativa, tenía, digo, tenían que volver. ¡Aún había
demasiado cosas que no le decía!
Ahogo un grito cuando vio una
melena rubia asomarse, aunque pronto su emoción se fue a los suelos,
Yamato tenía el ceño fruncido, evidentemente inquieto, inspiró una buena
cantidad de oxígeno antes de volver a zambullirse. Sora maldijo por
dentro el que hubiese decidido invitar al castaño a la playa en una
fecha tan poco frecuente, no había más bañistas ni tampoco salvavidas a
la vista. ¿Por qué se demoraban tanto? ¡Tenía que hacer algo! No podía
quedarse ahí parada sólo esperando.
En el mismo momento en que
Sora comenzaba a girar sobre sus talones para ir a pedir ayuda, vio
salir a sus dos mejores amigos del agua. Los brazos del castaño
recorrían los hombros del ojiazul a modo de apoyo, la pelirroja corrió
para ayudarle a traer a Taichi hasta la orilla, ignorando que los jeans
se le mojaran en el transcurso. Con dificultad lo recostaron en la
arena. No reaccionaba, parecía estar inconsciente.
Sora miró a
Yamato en busca de respuestas, él negó quedadamente – "Estuvo mucho rato
bajo el agua, tenemos que actuar o…" – guardo silencio unos segundos,
antes de agregar – "…podría morir ahogado" – La pelirroja se llevó las
manos a la boca mientras movía la cabeza, esto no podía estar
sucediendo. Él le tocó suavemente el hombro para tranquilizarla, aunque
él mismo no parecía estar muy bien, de pronto su rostro se iluminó –
"¡Sora! Tú sabes hacer RCP, es ahora o nunca, tienes que darle
respiración boca a boca" – le dijo seriamente.
Tuvo ganas de
negarse, de decirle que era una locura mientras sentía las mejillas
encendidas, pero el rostro de Yamato no daba lugar a duda alguna. Tenía
que actuar rápido, la vida de Taichi corría peligro y ella no podía
demorar tiempo pensando en estupideces. Tomó aire varias veces mientras
recordaba el procedimiento básico: extendió su cabeza, y elevó el
mentón, colocando ambas manos en el esternón, comenzó a comprimir su
tórax con rapidez. Cumpliendo el número recomendado, era hora de
asistirlo con la respiración. Tragó saliva al momento que descendía su
cara lentamente, sintiendo que estaba más roja que un tomate, cerró los
ojos con fuerza para no seguir mirando los labios del moreno, o no
podría seguir avanzando.
Lo sabía, estaba a punto de llegar a su
boca, reunió oxígeno en sus pulmones pero antes de que pudiera iniciar
con el procedimiento, sintió un chorro de agua estrellándose contra su
rostro. Abrió los ojos sin saber qué pensar, sólo para encontrarse a
centímetros de un sonriente Taichi. ¡Era otra de sus bromas! Se separó al instante, poniéndose de espaldas para ocultar su vergüenza. «Idiota, idiota, idiota» repitió en su cabeza
Los
escuchó reír ante el éxito de su pequeña broma, ella no lo encontraba
para nada gracioso. Los dos pararon al rato debido a su mutismo, se
miraron a los ojos, sintiendo que la culpa comenzaba a aflorar. Era la
primera vez que la pelirroja se ponía así ante una de sus travesuras,
bueno, quizás se habían pasado un poquito. El castaño codeó a su
compañero de diabluras para que dijera algo, éste le respondió con el
mismo gesto, estuvieron así unos minutos hasta que notaron que ella
temblaba ligeramente. Se detuvieron en seco.
Taichi tosió bien
fuerte para captar su atención, también fue la señal que usaron para
ponerse de rodillas y ocultar el rostro entre ellas a modo de disculpa.
"Perdónanos
Sora, somos unos imbéciles" – dijeron al unísono cerrando los ojos a la
espera de que ella desatara su rabia contenida. Pasaron los segundos y
nada, Taichi abrió uno con lentitud, luego volvió a cerrarlo al notar
por la posición de sus pies que ella estaba justo frente a él, bajo aún
más la cabeza por si lo golpeaba, pero nada. Sin poder aguantar más esa
tensa situación, levantó el rostro dispuesto a enfrentarla, sólo para
encontrarse con los brazos de ella, rodeándolo a modo de abrazo. Se
quedó de piedra, y miró a Yamato en busca de ayuda, él se limitó a
sonreírle picaronamente. No entendía nada, absolutamente nada.
"¿So-sora?"
– tanteó. No podía verle la cara, la tenía oculta en su pecho. Ahora
que se daba cuenta, estaban muy cerca, no era como si fuera la primera
vez que estaban así, después de todo eran grandes amigos desde hace
tiempo, pero el ambiente, toda la situación en sí, era muy distinta a lo
habitual. Tragó saliva con dificultad, deseando que su rostro no
revelara lo nervioso que se sentía, menos teniendo en cuenta que Yamato
los miraba muy atento. «Maldito, maldito y chorrocientas veces maldito».
"Vas
a tener que recompensarme de alguna manera, Yagami Taichi" – Sora al
fin le daba la cara, sin embargo, al decir aquello no uso el tono de
siempre, ese de amigos de toda la vida, al contrario, era uno que
imponía respeto, uno que anunciaba PROBLEMAS en letras grandes y
amarillas. Sabía que empezaba a sudar, antes deseaba de todo corazón ver
el rostro de la pelirroja para comprobar si lloraba, pero ahora que
tenía ese par de ojos mirándolo fijamente, habría dado lo que sea por cambiar de lugar.
"¿A-a
q-qué te re-refieres?" – logró articular, poniéndose más tieso que una
plancha al sentir que la pelirroja se apegaba más a él. Eso despertó otro tipo de alarmas en su organismo.
"No
lo sé, dímelo tú" – Se separó un poco, el castaño se dio el permiso de
respirar aliviado, sin embargo, no debió de haber cantado victoria tan
rápido, porque Sora empezó a abanicarse usando el escote de su camiseta
de tirantes. Taichi hizo acopio de toda su fuerza de voluntad para no
mirar, para concentrarse en otras cosas. Nuevamente probó a pedir ayuda
al ojiazul, éste miraba en otra dirección intentando aguantar la risa –
"Ustedes podrían darme alguna idea, después de todo, parece que Yamato y
tú tienen un montón dándoles vuelta en la cabeza" – Sólo tras escuchar
su nombre, el rubio dejó de reír.
Ambos empezaron a estrujar su
cerebro en busca de algo que a ella le gustara. Cansada de escuchar
sugerencias como "te prestó mi balón autografiado con la firma de Pelé" o
"te escribo una canción diciendo lo genial que eres", se armó de valor
para poner en práctica algunas cosas que Mimi le había enseñado.
"Quiero
que Taichi sea mi esclavo durante este fin de semana" – dijo
firmemente, mostrando una seguridad que en verdad no sentía tener – "Tú
primera tarea será echarme el bloqueador" – ordenó colocándose de guata
en la toalla después de quitarse la ropa y quedar con sólo el bikini
puesto. De esa forma, ninguno de los dos podía verle el rostro y tenía
tiempo suficiente para calmarse. Aún no asimilaba que las últimas
palabras venían de sus labios.
«¿Qué? ¿QUÉEEEE? ¿Era esa Sora?
¿Su Sora? Bueno, no era de él, no en ese sentido… ¡Argh! ¿A quién
demonios le estaba intentando dar explicaciones?»
Taichi miró
de inmediato al ojiazul en busca de socorro por enésima vez en el día.
Yamato, como buen amigo que era, lo tiró a los leones: le dio un empujón
lo suficientemente fuerte para dejarlo clavado en la arena justo al
lado de la pelirroja.
"Te estoy esperando" – espetó ella mientras
le entregaba la loción. Taichi giró el rostro para lanzarle maldiciones a
Yamato sin emitir sonido alguno. El ojiazul tuvo que hacer acopio de
toda su fuerza de voluntad para no reírse en su cara y con ello, ser
víctima del temperamento de Takenouchi. Despidiéndose con un gesto de la
mano, se fue dejándolos solos. Con amigos como ese, mejor se compraba
un perro.
"¡Taichi!" – llamó la pelirroja en un tono severo que le
recordó a su madre cuando lo regañaba. Bajó la vista unos segundos pero
alejó de inmediato el recuerdo de su mente. Giró el rostro como un
robot, reticente a cumplir la tarea impuesta.
Tomó el bloqueador y
se aplicó un buen chorro a cada palma. Tras frotarse las manos, se
quedó un rato estático, un rato bastante largo, en donde una gota que
iniciaba en su sien logró caer hasta perderse en su mandíbula sin que él
moviera un solo músculo. Tragó con dificultad al notar sus curvas, ¿de verdad tenía que hacer eso?
¿Echarle la loción por todo el cuerpo? Movió la cabeza de un lado para
otro recriminándose mentalmente, Sora era su amiga, su mejor amiga. No
era posible que tuviera ese tipo de pensamientos sobre ella. Inhalando
todo el aire que podían aguantar sus pulmones, inició la ardua labor
impuesta, ardua porque tenía que hacer acopio de toda su cordura para no
sufrir un derrame nasal de proporciones, y es que… ¿en qué momento la
pelirroja se había desarrollado tanto? ¡TANTO! Golpe mental, comenzaba a
hablar como un viejo verde. Debía ser el sol, sí, era la única
explicación posible.
En la tarde,
Miyako y compañía llegaron de visita bajo petición expresa de la dueña
de casa, quien alegaba que se había aburrido como ostra esos días de
reposo. Al verla, la pelimorada no aguanto las ganas y se abalanzó sobre
la castaña, si no fuera por la rápida acción de Wallace, ambas habrían
perdido el equilibrio, cayendo estrepitosamente en el suelo.
Los
recién llegados ingresaron con dos bolsas cada uno a la cocina, llenas
de golosinas, bebidas y otras cosas, cortesía de los padres de Miyako,
quienes tenían un pequeño supermercado que abría las 24 horas del día.
Eso sí, había un cargamento extra, oculto en la mochila de Daisuke, el
cual habría puesto a cualquier padre en alerta.
Mientras todos
conversaban y reían, se escuchó el timbre. Al otro lado de la puerta
encontraron a Ken, un poco sorprendido de verlos a todos ahí, accedió a
quedarse un rato más disfrutando del relajado ambiente. Takeru notó que
ya no llevaba tantas vendas. Ninguno sacó a relucir el hecho de que
tuviera 'permiso' de visitar a la menor pero no de ir a clases.
De
un momento a otro, Wallace codeo al rubio y con la cabeza le indicó que
mirara hacia donde estaban Hikari y Ken. Nadie se había percatado de
que ambos estaban un poco más rezagados del grupo, el pelinegro parecía
estar intentando convencerla de algo pues la castaña negaba una y otra
vez sin mirarlo.
Aprovechando que Miyako y Daisuke estaban
ensimismados viendo quién tenía más puntos en el Karaoke, Mimi se sentó
al lado de su hermano.
"Desde que los conozco que pienso que esos
dos están envueltos por un halo de misterio. Tampoco es la primera vez
que los veo secreteándose. Ojalá supiera cómo leer los labios" – achico
los ojos a ver si conseguía algo – "Di… di" – al final se rindió y
decidió ir a hacerle compañía a Miya y Daisuke, le quitó el micrófono al
último y eligió una canción titulada "I Wish", que su amiga acompaño con aplausos y gritos de fan desquiciada.
Wallace en cambio, llenó dos vasos con Melón-vino
y fue directamente a ofrecérselos a los del otro extremo. Cuando el
pelinegro vio quién se acercaba cambio su expresión, miraba al rubio de
forma desconfiada y negó rotundamente cuando éste le ofreció el líquido.
De un momento a otro, Ken anunció que no había avisado en su casa y que
ya era muy tarde, así que se iba para pena de los presentes que lo
fueron a dejar hasta el ascensor.
Al volver, Miya recostó la
cabeza en la mesita del living y suspiro con tristeza – "Es una pena que
Ken no pueda pasar tanto tiempo con nosotros" – lloriqueo.
"¿A
qué viene eso? ¿Te gusta Ken?" – cuestionó Daisuke por preguntar, ya que
se veía a leguas que le importaba un pimiento la respuesta y lo hacía
por molestar. Por su lado, Miyako le tiró un cojín (en realidad, varios)
por lo delicado que era a la hora de tocar esos temas. Él
logró esquivar todos los objetos, pero cuando estaba a punto de cantar
victoria terminó golpeándose la cabeza con la pared que estaba al lado
de él.
"¡Ja! Castigo divino" – gritaron las chicas menos Hikari, ella tan sólo se rio.
"Daisuke,
si sigues así ninguna chica te va a querer" – aconsejó Mimi, pero el
aludido simplemente miro en otra dirección indiferente. Entonces, la
pelirosada agarró a Hikari del brazo mientras decía divertida: "¿No es
así, Hikariii? A nadie le gustan los hombres así" – esta vez, la menor
asintió para seguirle el juego.
"¡Aah!" – A Daisuke le colgaron
dos lagrimas en cada pupila – "Pe-pero todavía puedo cambiar" – le
dedico ojitos de cachorrito que habrían ablandado el corazón de
cualquiera, de cualquiera menos el de Tachikawa Mimi. De algún lugar
tendría que haber sacado Wallace su lado B.
Sin dejar el brazo de
Hikari, se fue hasta donde estaba Takeru y los puso hombro contra
hombro, antes de que pudiera agregar algo, el rubio rodeo la cintura de
la castaña con un brazo mientras ella apoyaba su cabeza y una mano en su
pecho. A todos los presentes se les cayó la mandíbula: a algunos más
que a otros. No podían apartar la vista, menos al ver que el rostro de
la menor se acercaba peligrosamente al del varón, se miraban el uno al
otro con una intensidad que creían sólo existía en las películas. Todos
contuvieron la respiración al ver que sus bocas estaban a sólo
milímetros de rozarse…
Pero el grito de Daisuke los detuvo en seco
ganándose el odio de Miya y Mimi, aunque a éste le resbaló su reacción,
tenía mejores cosas de las cuales preocuparse. Tras unos minutos, la
supuesta nueva pareja se separo muertos de la risa.
"Te-tendrían
que haber visto su cara" – la castaña todavía se reía mientras se
sujetaba el estomago. El público presente no podía procesar lo que
acababa de suceder.
Viendo que su plan había resultado, Takeru y
Hikari chocaron manos como si hubiesen ganado el partido de sus vidas.
Sólo en ese momento, sus amigos parecieron caer en cuenta del engaño.
"Aah~…
habría sido lindo si hubiese sido verdad, se ven tan bonitos juntos" –
se lamento Mimi, Miyako por su lado, asentía a cada palabra – "Además,
su actuación fue bastante creíble, ¿no será que se entusiasmaron
entremedio?" – dijo lentamente, poniendo especial atención a sus
reacciones.
"No lo digas ni en broma" – repusó el de googles
sacándola de su concentración. La ambarina no se contuvo y le dio un
certero golpe en la cabeza con el diario de esa mañana. Takeru y Hikari
agradecieron mentalmente su intervención, aunque las últimas palabras de
la pelirosada se quedaron dando vueltas en sus cabezas.
Taichi
se tiró sobre la mullida cama apenas ingresó a la habitación, estaba
hecho polvo, todo gracias a un día de complacer a la pelirroja en todos
sus caprichos, él no recordaba que su amiga fuera así, seguramente era
por influencia de Mimi, de eso estaba completamente seguro. Notó que el
colchón descendía unos centímetros a su lado por el peso de su
torturadora, la escuchó decir que Yamato había ido a comprar las cosas
para la cena con unos conocidos de la zona. Actualmente, estaban
alojados en la casa de veraneo de unos primos del padre del rubio, pero
dadas las fechas, la tenían enteramente para ellos.
"Quiero que me des un masaje" – hizo sonar sus hombros mientras se recostaba en la cama con los pies colgando.
Taichi
se dio la vuelta, ignorándola, se supone que había ido ahí a descansar,
no a ser el esclavo de alguien – "Me niego" – resopló al fin. Cierto,
la broma fue de mal gusto pero esto ya era demasiado.
Sora
pestañeó un par de veces sin estar segura de haberlo escuchado bien, en
ningún momento pensó que él pudiera enojarse por su pequeña venganza. No
le gustaba para nada el rumbo que estaban tomando las cosas, aunque
tampoco le hacía mucha gracia dar el brazo a torcer.
"Sabes que lo que hiciste estuvo muy mal" – recibió gruñidos a modo de respuesta – "Pensé que de verdad te había pasado algo" – «por eso no pude evitar abrazarte cuando vi que estabas ileso», ni loca le decía eso, tampoco que la repentina cercanía la hizo sentir extrañamente acalorada.
El
castaño se volteó de nuevo, esta vez para encarar a Sora. Ella retuvo
inconscientemente la respiración al tenerlo ahí, justo a su lado, con el
rostro apoyado en una de sus manos a centímetros de distancia del suyo.
No dijeron nada por un buen rato, él escrutando su mirada, ¿qué estaría buscando? Moría
de ganas de desviar la vista, pero eso podría ser incluso más obvio,
tenía que mantener la calma y actuar como siempre, aparentar que su
corazón no se aceleraba, las mejillas se le encendían y la boca se le
resecaba.
Él rompió el silencio – "Yamato también participó, pero a
él no lo obligaste a ser tu esclavo, ¿por qué?" – tenía un punto, ella
se había dado cuenta de su error, aunque tarde, así que no podía
retractarse ya que se habría puesto en mayor evidencia si hubiera dicho
el nombre del ojiazul después. Muchas excusas pasaron por su mente, sin
embargo, ninguna era lo suficientemente convincente. Otra vez fue el
turno de él de romper el silencio – "Es… ¿porque te gusta?" – su voz fue
un susurro, tan despacio que el cerebro de Sora tardó en procesar la
información, o quizás era debido a lo descabellado de su deducción.
"¡NO!"
– abrió la boca al fin, incluso se levantó de su posición, lejos de él,
visiblemente indignada, incluso algo dolida, ¿cómo podía siquiera haber
pensado en eso? ¿Cómo podía ser tan ciego?
Taichi se quedó mudó
ante su reacción, luego siguió su ejemplo y se incorporó dándole la
espalda – "Dicen que cuando alguien se niega con más energía a aceptar
que le gusta cierta persona es, porque es verdad" – Quizás eran
imaginaciones suyas pero podría jurar que la voz de él sonaba realmente
triste. Giró para poder ver su expresión pero él seguía de espaldas.
Estiró la mano, se contuvo a mitad de camino cuando él se volteó a verla
con una sonrisa recorriéndole el rostro – "No te preocupes, te ayudaré
para que puedas estar con él"
¿Cómo? ¿Cómo le decía lo equivocado
que estaba? Quería gritarle a los cuatro vientos que no era así, ¡por
dios! Por un momento creyó haber escuchado un tinte de desolación en su
voz, pero todo eso se vino abajo cuando lo vio sonriendo normalmente.
¿De qué le serviría aclararle que no era lo que pensaba? Maldijo su
suerte, maldijo el estar enamorada de alguien tan terco como Yagami
Taichi.
Pese a asegurar y
requeté-contrajurar de que no sería tan nena como para emborracharse
tomando cerveza Corona, Daisuke terminó siendo el primero en subirse arriba de la pelota.
Le bastó ingerir 5 botellas para empezar a desvariar (Wallace se
preocupaba de que siempre tuviera una botella en mano): se subió encima
de la mesa del living, animado por los gritos de Mimi y Miyako que
estaban casi, o igual, de curadas que él. Para sorpresa de Hikari,
Takeru tenía bastante aguante con el alcohol, por otro lado, Wallace no
era muy trasnochador y ya a las dos había tirado la toalla, yéndose a dormir a la pieza de Taichi.
Hubo
un momento en que la castaña tuvo que taparse los ojos cuando vio que
el de los googles se emocionaba más de la cuenta y acataba los clamores
de sus admiradoras (dígase en su imaginación: Miyako, Mimi e incluso
Hikari, quien pese a estar sobria había sido arrastrada por sus amigas a
su griterío) de hacerse un streptease.
Daisuke bailaba al ritmo de Taboo (Don Omar)
mientras movía las caderas de un lado a otro y se quitaba la camisa de a
poco, primero en tono juguetón levantándosela para mostrar los
abdominales bien trabajados, luego dando la espalda dejando a las
presentes con la adrenalina a mil. Mimi y Miyako chillaron enseguida, no
tuvo que pasar mucho tiempo para que ambas se armaran de coraje y lo
acompañaran en la mini pista. Hikari temió por la integridad de su mesa
y, bueno, de paso por la del moreno.
Una sirena que hechiza mientras tomando El Sol Uh Ooh
Un cuerpo que pida a gritos Samba y Calor Uh Ooh
Un cuerpo que pida a gritos Samba y Calor Uh Ooh
Coreaba
Daisuke al tiempo que era rodeado por las dos chicas. Para sorpresa de
todos, Miyako fue quien tomó la iniciativa de privar al susodicho de su molesta
camisa. Sí, realmente pensó que era molesta, y cuando recordara que
alguna vez ese pensamiento cruzó su mente, metería la cabeza entera
debajo de un grifo con la esperanza de poder olvidarse de ello.
Lamentablemente, sin resultado. Pero en esos momentos era irrelevante,
estaba concentrada moviendo el cuerpo con los brazos en el cuello de su
amigo, frente a frente. Mimi estaba por atrás, ambas manos en las
caderas de él, meneándose con soltura.
Antes de que Takeru entrara
en escena para conservar las ojos castos (o eso es lo que él creía) de
sus amigas, Wallace se le adelantó. Con los ojos más cerrados que
abiertos, cambió la música por una romántica, provocando que los tres
más entonados se pusieran especialmente emocionales y luego volvió a
dormir. ¿El resultado? Mimi y Miyako abrazándose entre ellas mientras se
quejaban de los hombres en general, Daisuke adueñado del micrófono
dedicándole la canción a Hikari:
Cuando te vi
Por vez primera y dije que eras para mi
Me duele amarte tanto
Me duele amarte
(Me Duele Amarte – Reik)
La
interpretaba con un tono melancólico que logró mover las fibras más
sensibles de la castaña, sin embargo, el efecto quedaba a medias debido a
que al fondo podía escuchar perfectamente a sus amigas cantando a todo
pulmón. Luego, uno a uno cayó dormido con las cuerdas vocales
descompuestas, Wallace había colocado un CD completo sabiendo de sobra
que eso los haría desplomarse con mayor rapidez. Takeru ayudó a Hikari a
llevar a las dos mujeres al cuarto de ésta. A Daisuke lo dejaron
tendido en el sofá del living.
El sueño aún no invadía al ojiazul,
así que se quedó un rato más apoyado en la baranda del tercer piso
mientras esperaba el amanecer. Al tiempo salió Hikari y le pasó una taza
con café caliente, tenía un ligero toque a menta que inundo sus fosas
nasales. Se quedaron así, en silencio, disfrutando del brebaje y viendo
cómo los rayos del sol hacían su primera aparición, o al menos lo
intentaron. Su pequeña broma había tenido consecuencias inesperadas,
sino hubiese sido por el grito de Daisuke quizás… Sin saberlo,
el mismo pensamiento los había invadido, sus miradas se encontraron,
algo escondidas por la taza en sus bocas, pero no lo suficiente para
impedir que se observaran largamente.
El recuerdo volvió a cruzar sus mentes – "¡Nah...!"
– negaron al unísono sin proponérselo y estallaron en carcajadas,
diciéndose mentalmente que era todo producto de su imaginación, porque
ellos sólo eran amigos, ¿no es así? ¿NO ES ASÍ?
A las
12:00 en punto, Wallace los despertó golpeando una sartén, con toda la
intención de que la cabeza les explotara por el ruido. Hikari preparó el
desayuno junto con Takeru, así que pasaron a la mesa, unos más
compuestos que otros por culpa del sueño (sí, claro, ¿a quién querían engañar?).
Cuando todos terminaron de comer, fue hora de partir pero Daisuke
estaba reacio a dejar a esos dos solos; sin embargo, para su mala
suerte, su hermana había ido a recogerlo con la esperanza de ver al
vocalista de los Teenage Wolves, al enterarse que éste no
estaba se ensañó con su hermano y le dio lo mismo tener que llevárselo a
rastras hasta la casa. Mimi aprovechó de sacarle la lengua cuando
desapreció, nunca le había caído bien la mayor de los Motomiya, así que
le había hecho mucha gracia ver su rostro desencajarse al descubrir que
el rubio no estaba.
Tachikawa
contestó su celular de mala gana, luego que el molesto sonido retumbara
en su cabeza por quinta vez, ¿quién se atrevía a interrumpir su sueño
reparador? ¡Sólo había alcanzado a cerrar los ojos por 5 minutos tras
una noche de juerga!
"¿Aló?" – contestó con el sueño pegado a cada letra. Ni siquiera preocupándose de ver con quién hablaba.
"¿Todavía
estás durmiendo?" – el tono de reproche masculino del otro lado la
sacó, aunque sólo momentáneamente, de su aletargamiento.
"Ishida
Yamato, ¿qué haces llamando a estas horas?" – con el celular aún en el
oído, se acurrucó nuevamente en su cama de dos plazas. Mmm… se estaba tan bien ahí.
"Mimi… son casi las 1 de la tarde"
Eso
no pareció escandalizarla en lo más mínimo, pues contesto con un
tajante – "Es temprano" – derrochando seguridad en su respuesta – "Ve al
grano porque me duele la cabeza"
"¿Estás con caña?" – Al menos ya
sabía la razón de por qué ella no había contestado a sus llamadas ayer
en la noche. Si supiera todo lo que sufrió escuchando el tono de marcado
una y otra vez. Pero para proteger su orgullo, jamás lo reconocería,
antes muerto.
"¿Qué? ¿Me vas a regañar? ¿Tú? ¿El que alguna vez apodaron el rey del Africano?"
"Está bien, entiendo el mensaje. Necesito tu ayuda" – dijo intentando contener el tono de exasperación en su voz en vano.
"Déjame
adivinar… ¿Taichi y Sora?" – El rubio asintió del otro lado de la línea
– "Quién te llama a meterte en la pata de los caballos"
"Tú también ibas a venir" – reprendió.
"Sí,
pero no lo hice porque pensé en dejarlos a solas. Creí que a ti se te
ocurriría lo mismo" – escuchó varias maldiciones del otro lado. La
pelirosada se dio el lujo de reír – "Las relaciones amorosas realmente
no son lo tuyo, matthew" – contuvo el deseo de morderse los
labios al ver que había utilizado el apelativo cariñoso de cuando eran
novios. Maldijo el estar medianamente adormilada – "Te recomiendo que
investigues sobre el tema" – esperaba que su desliz pasara por
desapercibido.
"No tengo tiempo para investigar por mi cuenta" –
masculló tragándose el orgullo, quitando de su mente el sonido de su voz
al pronunciar ese mote, evitando que ella se diera cuenta de
lo aliviado que se sentía porque ayer, solo por un momento, pensó que él
era la causa de su ausencia. Con un demonio, ¡las cosas que tenía que
hacer por sus amigos…! Porque por lo general, Ishida Yamato no le pide
ayuda a nadie, prefiere arreglárselas solo, sin embargo, había cosas
como ESAS que escapaban de sus dominios – "¿Me ayudarás o qué?" –
preguntó dispuesto a colgar.
"Está bien, está bien. A mí también
me preocupan esos dos" – salió de la cama con un poco de reticencia a
abandonar el calor que ésta le ofrecía, para poder prestar atención a
las palabras del ojiazul y evitar otro posible error. Se colocó una bata
encima del camisón escotado, si Yamato la hubiera visto, quizás habría
puesto el grito en el cielo. Saco esos pensamientos de su mente, después
de todo ya no eran novios, y aún si lo fueran, ella tenía todo el
derecho del mundo de vestirse como le viniera en gana, he dicho.
Luego
sintió un poco de pena, desde que habían terminado, lograron de alguna
forma volver a ser amigos, bastante cercanos pero también mordaces. En
especial ella, siempre buscando la ocasión para burlarse de él. Se
aclaró la garganta a medida que la temperatura le subía al rostro –
"Gracias por seguir recurriendo a mí cuando tienes algún problema" –
pronunció en un susurro con los ojos cerrados y el ceño levemente
fruncido, rogando que él no notara el ligero temblor en su voz.
Del
otro lado del teléfono, Yamato por fin pudo relajarse, se dio el
permiso de reír al imaginarse el rostro de la pelirosada diciendo eso –
"De nada" – contestó usando ese tono ronco, casi rasposo. El mismo tono que utilizaba cuando hacían el amor.
Maldición.
La piel se le erizó al instante y una parte de ella quiso volver a
sentir el tacto de esos dedos ligeramente ásperos, producto de tocar el
bajo, recorriendo su cuerpo.
Tras
un desayuno (casi almuerzo por la hora) plagado de molestos silencios,
salieron a la playa para relajarse en su último día ahí antes de volver a
la monotonía de la ciudad. Sin embargo, el ambiente estaba bastante
lejos de ser catalogado como ideal para relajarse. Taichi
caminaba deliberadamente muy deprisa para dejarlos a ellos dos atrás,
Sora parecía estar inmersa en un mundo desconocido pues sus pasos eran
lentos y pesados. Cuando el ojiazul miraba hacia delante, se encontraba
de tanto en tanto con los ojos cautelosos del castaño, como si esperara
que algo sucediera. Al momento que notaba que él también lo observaba,
se daba vuelta de inmediato mientras silbaba cualquier melodía que se le
viniera a la cabeza.
¿Qué de-mo-ni-os pasaba ahí? Había
hablado con Mimi temprano (temprano en su contexto de recién levantados)
para ver si ella podía ayudarlo. Lamentablemente, como sólo tenían
conjeturas, no era mucho lo que podían hacer. Así que volvía a lo mismo:
necesitaba información urgentemente.
Ayer los había dejado solos
para que por fin pusieran en claro sus sentimientos, pero ¿con qué se
encontró? Un Taichi con una sonrisa más falsa que los dientes de su
abuela, intentando por todos los medios hacer que Sora y él se quedaran
solos o estuvieran muy juntos, utilizando frases como «Todo lo que
cocino se vuelve carbón, así que mejor se quedan ustedes preparando la
cena. Yo estaré del otro lado poniendo la mesa, creo, NO, estoy seguro
que me demoraré mucho. Ya saben lo ajetreado que puede ser esa tarea,
así que tómense TOOODO el tiempo que quieran. De verdad, no los vendré a
molestar, así que hagan lo que tienen que hacer», tuvo que
abstenerse de pegarse un palmetazo en la frente, ahí mismo. Era
increíble lo obvio que podía ser con sus insinuaciones, lo peor de todo
es que Sora no se molestaba en contradecirlo, tampoco parecía importarle
lo que él estaba intentando hacer. Esa vez podría haber aprovechado de
sacarle alguna información a la pelirroja, pero corría el peligro de ser
malinterpretado, así que el castaño no tuvo oportunidad alguna de dejarlos solos,
Yamato se preocupó de que estuviera lo más cerca posible, ahí donde sus
ojos lo vieran, ya sea pelando papas o cortando las verduras.
Pero
aún no tenía idea de qué había sucedido entre ellos en su ausencia.
Tenía que solucionar eso cuanto antes, no le parecía nada divertido ser
parte de un triangulo amoroso que en realidad no existía.
Se
definía a sí mismo como una persona paciente, sin embargo, él también
tenía un límite y ya lo estaba superando. Hablar con Taichi era caso
perdido porque sólo bastaba con que dijera 'Sora' para que una
sonrisa pícara aflorara en su rostro, tanto así que comenzaba a dudar de
los sentimientos del castaño. Su única esperanza era la misma
pelirroja, aunque sabía lo peligroso que sería el que los vieran juntos y
solos, ya que de esa forma sólo le daría más alas a lo que sea que
pasaba por la cabeza de su mejor amigo.
Aprovechando que se habían
topado con unos conocidos de la zona y que ahora todos conversaban
animadamente, refrescándose tomando jugos naturales en un pequeño
puesto, se armó de valor para entregarle un papelillo a Sora sin que los
otros se dieran cuenta, indicando que tenían que hablar, así que la citaba para que se encontraran en una hora en la cueva a la que solían ir a jugar cuando niños.
Dicho
y hecho, Yamato se levantó provocando que la conversación cesara,
cuatro pares de ojos se posaron en él enseguida, interrogándolo por su
acción. Sabía muy bien que era un mal mentiroso, por lo que diría una mentirilla verdadera:
"Tengo que ir a buscar unas cosas que el viejo me encargó. Preferiría
que no me acompañaran, sería… demasiado vergonzoso" – Lo cual era
cierto, tenía que ir a casa de una tía a que le pasaran unas libretas
que su padre necesitaba para un reportaje.
Esa tía, la querida tía
Ume, con su boca sin dientes, la cara más arrugada que una pasa, la
espalda encorvada, y mil y un historias que contarte, cuál de todas más
falsa que la otra, era arisca con todos, con todos menos Yamato, a quien
atesoraba como al marido que nunca tuvo y el amante que siempre
fantaseó tener. Vez que iba le decía lo mucho que se parecía a su
querido Carl, un jovencito extranjero del cual se enamoro
cuando era una lola, fue amor a primera vista, ella dejó de lado a todos
sus pretendientes (nadie osaba negar que existían) por él.
Lamentablemente, Thomas (frecuentemente le cambiaba el nombre a
su 'gran' amor) era de la realeza, un príncipe de tomo y lomo que no
podía abandonar a su gente por estar con ella, aunque el corazón se le
destrozara en millones de pedazos en el transcurso. Bueno, según su
estado de ánimo, Joseph podía ser príncipe, sultán, mago,
agente de la CIA, y un largo etcétera, lo curioso es que independiente
de ello, Yamato siempre calzaba perfectamente con la descripción de su
enamorado, por lo que cada vez que iba a visitarla, sufría una especie
de pérdida de memoria momentánea, y le decía cosas como "Anthony, ¡al fin has vuelto a mi lado!" e intentaba recrear sus escenas románticas. De sólo pensar en eso, temblaba.
Los
demás vieron su rostro sombrío y no les fue difícil adivinar a dónde
debía de ir, le desearon suerte. A la media hora después, Sora se
levantó de su puesto diciendo que no se sentía muy bien, así que iría a
tenderse un rato en la cama. Taichi quiso ofrecerse a acompañarle, sin
embargo, las palabras no salieron de su boca, además, ella ya se había
ido.
No mucho después que la pelirroja se fuera, la improvisada
comitiva tuvo que disolverse, los demás también tenían un par de recados
que atender, por lo que el castaño terminó quedándose solo. Bebiendo
las últimas gotas de su refresco, decidió que no era buena idea llegar a
casa porque se encontraría a solas con ella, quería evitar todo
malentendido con Yamato, no era debido a que no se sentía capaz de
enfrentarla «por supuesto que no» ¿Por qué habría de sentirse
de esa forma? Estaba contento por descubrir que Sora gustaba de Ishida,
porque sabía que el ojiazul podía hacerla muy feliz y además, sería
capaz de ayudarla, ¿no es así? ¿No es así como debe de actuar un buen amigo? Sí, obvio que sí.
Lo
mejor que podía hacer era regalarles algo de tiempo a solas,
seguramente cuando Yamato terminara su recado, volvería a la casa.
¿Dónde podría ir a divertirse sin ser divisado? ¡Ah! Ir a la cueva sería una buena forma de distraerse.
Luego
del bullicio de anoche, el apartamento les parecía más grande que de
costumbre. Como todavía faltaba mucho para que sus hermanos llegaran, se
pusieron a ver una película sentados en el sofá y comiendo unos
palomitas que les había dejado Wallace. De vez en cuando la menor tosía,
pero no era nada muy grave.
Tras media hora de la cinta, Hikari
recargó su cabeza en el hombro de él. Takeru se preguntó si ese era el
momento adecuado para averiguar un poco más sobre lo que había hablado
el otro día con sus amigos. Si quería ayudarla, era necesario tener
mayor información al respecto.
Se aclaró la garganta para llamar
su atención, y empezó: "Hikari…" – la aludida no se movió de su sitio,
simplemente le contestó con un 'mmm'. Esto iba a ser más difícil de lo que pensaba, y no ayudaba en nada tenerla allí tan cerca. Concéntrate Takeru, ¡concéntrate!
Volvió
a carraspear, logrando esta vez que ella se irguiera y lo mirara de
reojo. Eso en vez de tranquilizarlo, lo puso aún más nervioso.
"Siempre
estás con la cámara en mano, te encanta tomarle fotos a todo, ¿no?" –
se dio un palmetazo mental, eso no era lo que quería decir. La menor se
limitó a sonreírle nerviosa y a encogerse de hombros. Sintió que estaba
quedando como un idiota, así que se armó de valor y dejó salir las
palabras.
"Creo que hay algo de lo que tenemos que hablar. Hay
algo que todavía no me has contado" – de repente, sintió que ella se
ponía tensa. ¿Acaso había elegido mal las palabras?
"¿Q-qué es lo que quieres saber?" – ya no lo miraba.
"Es sobre tus padres" – darse vueltas no era su estilo.
Inconscientemente,
ella se alejó un poco de él. De súbito algunas imágenes relacionadas
con ese suceso se agolparon en su mente, últimamente le pasaba eso
cuando se iba a acostar. Anoche también, tras despedirse de él cuando el
sol ya había salido, Hikari se quedó tumbada en el sofá cama de su
pieza por miedo a tener otra pesadilla y con ello despertar a sus
amigas. La única forma de dormir era con los calmantes que le recetaba
Jou, pero éstos se le habían acabado hace dos días. Gracias a dios, en
su rostro aún no se dibujaba ninguna ojera.
Takeru esperó
pacientemente la respuesta de la castaña, pero nunca se imaginó que le
contestaría de esa forma. Ella se había parado y le pedía que se
marchara, que no tenía nada que decirle.
El ojiazul sintió una
punzada en el pecho, era como si la calidez lo abandonara. La miro
pensando que había escuchado mal, pero ella aparto la vista e indico con
la mano la puerta. No podía creer lo que estaba pasando, hace tan solo
unos minutos disfrutaban viendo una película. Él pensaba que ya se había
ganado su confianza, sabía que era un tema delicado, sin embargo jamás
barajo la posibilidad de que ella lo echara.
No era la primera vez que alguien le fallaba, podría haber tirado la toalla, ignorarla como lo hizo con esos otros,
pero no podía, no con ella. Quería que confiara en él, que abriera su
corazón. Era lo que deseaba, no obstante, las palabras que soltó
causaron el efecto contrario.
"Siempre eres así, te esfuerzas por ocultar lo que sientes. La sonrisa que le das a todo el mundo no es más que una máscara"
"¿¡Y a ti qué te importa lo que haga o no! Así estoy bien, así estamos bien los dos.
No necesito tú compasión, estoy aburrida de que todos me vean con
lástima" – se tapó la boca, no sabía por qué estaba diciendo esas cosas.
Apretó
sus puños sin poder contenerse, sus palabras eran como llagas – "Así
que así es como me ves, con tener a tu hermano te basta y sobra, ¿no?
Los demás somos unos simples desconocidos. Frente al gran señor Taichi,
los demás somos escoria" – no podía evitar seguir, era como si una
vocecita interna le estuviera metiendo ideas en la cabeza; cada vez que
pensaba en detenerse, en arreglar las cosas, esa vocecita lo paraba y le
cambiaba las palabras, las torcía.
"Eso no es lo que quise decir, no pongas palabras en mi boca" – se limitó a contestar, no se sentía con el valor de encararlo.
"¿No?
¿Entonces me lo dirás? ¿Me dirás qué fue lo que pasó ese día? ¿Dónde te
hiciste esa marca en el cuello? ¿Quién era ese hombre que los visitó?"
Ante la última pregunta, ella volteó a mirarlo de inmediato. – "¿Cómo supiste eso?" – se notaba furiosa, indignada.
"¿Ni
siquiera tengo el derecho a saber eso?" – preguntó tristemente. Hikari
sintió que el corazón se le encogía, pero ese era un tema que quería
enterrar en lo más profundo de su mente, porque si comenzaba a hablar,
estaba segura que se hundiría y sería arrastrada nuevamente a ese lugar. Ni siquiera con su hermano se atrevía a ser sincera, y ella lo prefería así. No quería saber nada, absolutamente nada.
"No quiero hablar de eso" – la cabeza le daba vueltas.
Desde
que había llegado, jamás la sintió tan distante, era como si una
barrera invisible se hubiera interpuesto entre los dos de la nada.
Estaba dispuesto a marcharse cuando la voz le recordó el suceso de
anoche.
"¿Y Ken? ¿Él si tiene tu confianza?" – Silencio, se sentía
al borde de un colapso nervioso, le costaba respirar – "¿¡Qué tanto se
estaban secreteando anoche!"
La castaña de pronto se quedó
callada, desvió la mirada y casi en un murmullo le dijo: "Tú no sabes
absolutamente nada de mí. No entenderías por lo que estoy pasando".
"Perfecto,
simplemente perfecto. Sigue así y acabaras quedándote sola. Hasta tu
hermano debe estar harto de ti, no me extraña que haya accedido a irse
con Yamato y Sora por el fin de semana" – fue el turno de ella para
mirarlo con tristeza, sin embargo, a él ya no le hacía efecto esa
mirada, la decepción no se la iba a quitar nadie – "Y déjame decirte que
hay muchas cosas que tú también desconoces de mi" – se fue dando un
portazo. Dejándola sola en esa casa que se le hacía cada día más grande y
más vacía.
Continuará…
Palabras Solemnes: Haha
me gusta como suena, pero no esperen algo muy profundo XD! Estaba
viendo las historias que hay en esta sección y ¡wow! El Mimato abuuuunda
:O! En segundo lugar Taiora y ya luego algo de Takari, lo que de todas
formas es una pena, porque la pareja es preciosa T.T ¿Dónde están las
fans del rubio más sersi y la castaña más mística? XD Otra
cosa, sé que no tengo que justificarme, pero eso de que Hikari iwal
tenga su séquito de fans es algo bastante factible, digo, ¿recuerdan que
le vimos más de algún fan por ahí en 02? X3 En vdd, fue a la única a la
que mostraron así owo (Catherine no cuenta xD)
OMG recibí una visita de alguien de Canadá y de los Reinos Unidos…? XD Ah, aclaraciones…!
Corona es una marca de cerveza bastante suave, en verdad, la cosa sabe a
agua ¬¬U xD Antes de que se lleven una mala imagen de mí, sí, son todos
menores de edad perooo… todo el mundo sabe que muchas personas empiezan
a tomar desde antes lalalala, ¡ustedes no sigan ese ejemplo!
¡Es malo! xD Cuando cumplan la mayoría de edad les recomiendo probar el
melón con vino, es bastante rico y nada de fuerte ;D~ El Africano es
cuando uno "debe poner sus labios en todo el borde superior del vaso
en el cual se está bebiendo y tomarse todo el contenido de éste sin
parar" (sólo para profesionales. No lo intente en casa XD!)
Respecto a Taboo, me encanta esa parte de Lambada que tiene *U* (por eso
es que tb me gusta la de On the Floor de JLo) ¿Qué canciones habrían puesto ustedes?
Intenté buscar una que fuera acorde a lo que Daisuke sentía por Hikari,
pero sólo encontré "Me duele amarte", ¿se saben ustedes otra mejor? ñ_ñ
¿Se habían fijado que al lado de las historias largas está este botón: "»"? owo Te lleva inmediatamente al capítulo final! =O No tenía idea hasta hace unos días atrás XD!
Por
último, ¿realmente creen que esa sea la única razón para que Taichi
piense que a Sora le gusta Yamato? Sora, es hora de que abras los ojos,
el morenazo no es tan simple :P
En general,
muchísimas gracias por todos los reviews, ¡no saben lo feliz que me
hacen! =) Espero poder seguir leyendo sus opiniones en este capítulo
también ^^
¡TÚ! Lector anónimo,
sí, a ti te hablo (XD). Si has llegado hasta aquí es porque mi historia
no te es indiferente y como no recibo dinero por esto, exijo un review XD! Bueno, bueno, te lo pido humildemente xD!
¡Nos leemos en el siguiente!
Undine: una cosa que no se puede hacer en ff.net es agregar videos :P
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