viernes, 5 de abril de 2013

[FANFIC] Digimon - PARALLEL x CROSSED





PARALLEL x CROSSED




Capítulo 1: ¡Juntos una vez más!

¿Nombre? Takaishi Takeru, ¿Edad actual? 15 años, la última vez que se había medido había alcanzado el metro ochenta y cinco, perfecto para desempañarse en su deporte favorito: el básquetbol. Con ello, además, superaba por poco la estatura de su hermano mayor según fuentes confiables; ¡no podía esperar para verlo y molestarlo por ello! Y es que habían pasado 7 años desde la última vez que el menor estuvo en Japón.

Hace exactamente 7 años, su madre recibió una oferta de trabajo imposible de rechazar, y tras una triste despedida, no había tenido más opción que partir a Inglaterra. Al principio, las llamadas, cartas y mails llegaban con regularidad, igual a como si siguiera viviendo allá; sin embargo, luego de un tiempo, éstas disminuyeron de improviso debido a una interferencia en los aparatos de comunicación a nivel global. La razón de tal incidente, jamás fue revelada por ningún medio de prensa.

No sabía a ciencia cierta si el problema se había solucionado, ya que, aunque la conexión global pareció restablecerse, aún se podían apreciar ciertas secuelas que derivaron en que la comunicación con sus amigos se viera fuertemente mermada. Cosas como la estatura de su hermano las sabía porque había conocido, casi de improviso, a una fan del susodicho en su escuela, la muchacha se había mudado ese mismo año desde Japón por lo que la alegró de sobremanera conocer a alguien con el cual pudiera hablar su idioma nativo. La encontraba bastante alocada pero al menos, gracias a ella podía volver a tener noticias de una parte de su familia.

¡Pero! Por fin volvería a su país natal y se reencontraría con todas sus viejas amistades. Su madre había cedido a sus insistencias por irse a vivir allá cuando cumpliera los 15, aunque lamentablemente su trabajo le impedía acompañarlo. No la culpaba, prefería verla feliz haciendo lo que más le gustaba y es más, él mismo le suplicó que no era necesario que lo acompañara, menos si se encontraba en la cúspide de su carrera, aunque obviamente la extrañaría y ella a él. Por otro lado, pese a que su madre no quería aceptarlo abiertamente, sabía que hace poco había conocido a alguien que la tenía un poco en las nubes, por lo que no la dejaría sola. Le daba algo de pena saber que sus padres nunca volverían a estar juntos de nuevo, sin embargo, no podía recriminarles nada porque sabía que la decisión fue especialmente difícil y dolorosa para ellos. Como una forma de tranquilizarla cada vez que dudaba sobre si de verdad dejarlo ir, él solía decirle que en Japón estaría al cuidado de su padre y hermano, aunque al parecer, era eso lo que precisamente le preocupaba: 3 hombres en una casa no parecía una buena combinación.


Para él ese viaje significaba mucho, sería una forma de comenzar de nuevo, abandonar ese 'yo' que lo mantuvo aprisionado tanto tiempo. Sonrió un poco melancólico, gracias a ella había podido salir adelante, así que cumpliría con creces la promesa que le hizo la última vez que la vio. Estaba seguro que esos sucesos habían pesado más a la hora de que su madre le concediera el permiso, porque ella había sido testigo de su sufrimiento.

"En breves momentos llegaremos a Japón, espero hayan tenido un buen viaje" – se escuchaba la voz del capitán por los portavoces del avión. Tanta fue la emoción que embargó al oji-azul que le pareció eterno el tiempo que demoró la aeronave en pisar tierra y ni qué decir que, apenas tuvo la oportunidad, se dirigió inmediatamente a la salida.

Allá afuera lo esperaba su hermano Ishida Yamato con un cartel con su nombre en letras romanas, aunque si no fuera porque sabía que se trataba de él, le habría costado un mundo leer lo que estaba ahí escrito. Además, lo encontró un esfuerzo innecesario, porque podía reconocerlo a leguas, después de todo la sangre domina.

"¡Hey! ¡Hermanooo!" – El mayor se dio por aludido y como si el tiempo no hubiera pasado entre ellos, le dio un fraternal abrazo y le revoloteó el pelo como hacía cuando era pequeño – "¡No has cambiado nada!".

El menor se separo de su abrazo y coloco su mano entre la cabeza de él y la suya – "Parece que estás dejando de lado algo muy importante" – Yamato tomó su cabeza con fuerza hasta hacerlo descender varios centímetros por debajo de él.

"Te quedan muchos años antes de que puedes hablarme de esa forma, pendejo" – Y acto seguido, ambos hermanos rieron como nunca.

Las calles de Odaiba se veían diferentes a como las recordaba; bueno, no podía quejarse mucho luego de ausentarse 7 años y menos teniendo en cuenta que la isla era actualmente, el principal centro tecnológico del país, desplazando con ello a Akihabara. Aparte, el lugar de noche parecía tomar otros colores, lleno de luces de neón y anuncios móviles por doquier.

"¿Qué pasó con papá?"

"Aah… ya sabes cómo es cuando se trata de trabajo. En el último minuto lo llamaron para cubrir una noticia, y me dejó allí esperándote. Ni siquiera tuvo la decencia de pasarme algo para el taxi" – masculló visiblemente molesto.

El ojiazul intento calmarlo para que su hermano se librara de todo pensamiento homicida hacia su progenitor, no tuvo mucho éxito así que decidió cambiar de tema.

"¿Siguen viviendo donde mismo?"

"Nos mudamos a un departamento justo al lado del de Taichi, ¿te acuerdas de él?"

Si mal no recordaba, Yagami Taichi era el mejor amigo de su hermano. Solía verlos jugar juntos frecuentemente, y de la misma forma, pelear por cualquiera nimiedad; sin embargo, al minuto siguiente, volvían a ser igual de inseparables. Podía apostar a que, aún hoy en día estos dos se comportaban de la misma forma.

"¿Ese no es el que te arrebató la novia cuando eran pequeños…?" – Al ver la expresión de Yamato, Takeru notó divertido que ese tema todavía lo molestaba. Pues bueno, entre el castaño y el rubio, siempre se encontraba la conciliadora Takenouchi Sora, quien era la única que podía separarlos cuando se peleaban y también era, sin saberlo, la causa de muchas de sus discusiones por temas tan triviales como "Quién se casaría con ella cuando fuera mayor".

"¡No puedo creer que te acuerdes de eso! Eran estupideces de niños" – la vergüenza surcaba por todo el rostro blanquecino, tosió un poco incómodo al ver la sonrisa burlesca de Takeru – "Como sea, como te dije antes el viejo no llegará hasta bien tarde, así que te daremos una bienvenida en casa de Yagami"

Al llegar, Ishida abrió la puerta sin tocar si quiera el timbre como quien entra a su propia casa, pero grande fue su sorpresa cuando una mata castaña se le tiro encima exclamando "¡Hikariiiii!". El rubio sólo atino a hacerse un lado provocando que su amigo se golpeara estrepitosamente contra la baranda que delimitaba al tercer piso del condominio.

"¡¿Se puede saber qué estás haciendo?" – grito el rubio tratando de guardar la compostura, no quería que su hermano se llevara una mala impresión de él nada más llegar. El castaño, ignorando lo que le pasaba por la cabeza, se incorporo de un salto y lo agarró de los hombros mientras lo zamarreaba como si su vida dependiera de ello.

"Hikari no ha vuelto, dijo que iba a dar una vuelta con ese maldito de Wallace; son las 10 de la noche, ¡y no ha vuelto!" – Ishida intentaba quitárselo de encima sin mucho éxito mientras balbuceaba cosas como que su hermana ya era bastante mayor o que sabía cuidarse sola, el otro alegaba que no lo entendía porque no tenía una hermana pequeña, que no tenía ni idea cómo la habían empezado a mirar los hombres en ese último tiempo, rematando con el hecho de que todos ellos eran unos lobos sin ninguna intención inocente para con su tierna hermana, quien era tan ingenua que no se daba cuenta de lo peligrosos que podían ser.

La escena le pareció tan divertida a Takaishi que no pudo evitar morir de risa, recién en ese momento el mayor de los Yagami pareció reparar en la presencia del recién llegado. De inmediato rodeó su cabeza con uno de sus brazos y de igual manera que hiciera su hermano antes, le revolvió el pelo entusiasmado con el otro. Luego lo observó erguido y reparó en la diferencia de porte entre ambos rubios. Le dio severas palmadas y olvidándose un poco de su hermana, bromeó con su mejor amigo por el hecho de que su hermano menor, ya le sacaba varios centímetros; obvio que en su caso, tendría que hacer mucho ejercicio y tomar mucha leche antes de pasar su metro ochenta y siete.

El flash de una cámara los sacó de su conversación – "Parece que la están pasando muy bien" – La portadora de la cámara no era otra que Yagami Hikari.

Taichi dio grandes zancadas hasta donde se encontraba la menor: "¡Yagami Hikari! ¡Estas no son horas de llegaaaar!" – rugió su hermano en tono sobreprotector.

Los ojos chocolates rodaron hasta posarse en una melena rubia desconocida. El ojiazul sintió su mirada y no supo por qué, las mejillas se le coloraron.

"¡No puedo creerlo! ¡Has crecido un montón, me sacas casi una cabeza completa!" – Su atención se centro tanto en el recién llegado que ignoro completamente las quejas de su hermano; aunque bueno, tras varios años había aprendido a hacer oídos sordos de algunas, sino de todas, las quejas de éste – "Te has puesto muy guapo con los años, estoy segura que te lloverán las fans en el colegio" – dijo mirándolo fijamente y con una sonrisa en el rostro.

Si ya antes sentía su rostro enrojecer, lo último término por dejarlo marcando ocupado. La sinceridad de la castaña lo tomó desprevenido, pero al mismo tiempo agradecía que pese a todo el tiempo pasado, ella aún parecía tenerle la confianza suficiente como para decirle esas cosas sin tapujos; después de todo, cuando pequeños habían sido bastante unidos, desde el primer momento en que se conocieron se produjo una química extraña entre ambos, y al parecer ésta seguía ahí.

Sintiéndose un poco avergonzado de su propia timidez, decidió seguirle un poco el juego a través de un piropo, ya que para su gusto, ella estaba despampanante: el cabello le llegaba apenas a los hombros, el flequillo lo tenía firmemente sujeto al costado con dos horquillas; en cuanto a lo demás, prefirió no fijarse mucho por respeto. Sin embargo, la mirada de cierta persona le produjo un pequeño escalofrío y como quería vivir largo tiempo, optó por no decir nada, se limitó a sonreírle de la forma más casual que pudo.

"Bueno, bueno. Me demoré porque fui a comprar unas bebidas, también compré tu postre favorito hermano, así que cambia la cara y entremos de una vez" – le dedicó una de esas sonrisas que sabía que el castaño no podía resistir, y esto sumado a la tentación de comer su golosina favorita lograban que la ira se disipara como si nunca hubiese estado ahí. Él se odiaba por ser así de fácil, pero prefería eso antes que iniciar una batalla verbal con ella porque sabía que perdería miserablemente como siempre (aunque jamás lo admitiría); además, ese día tenían a un invitado muy especial.

Sin esperar más insistencias y porque ya estaba helando, entraron en tropel a la casa. Takeru la ayudó a acomodar las bebidas en la mesa que ya estaba puesta, un rico olor salía de la cocina y recordó que la porción que le sirvieron en el avión no era suficiente para un adolescente en crecimiento como él.

La cena transcurrió sin mayores sobresaltos y con anécdotas de Takaishi sobre su tiempo en Inglaterra. Le comentó a su hermano sobre aquella fan que le dio noticias sobre él, provocando que el susodicho se atragantara; también sobre lo bien que le estaba yendo a su madre y en ese momento reparó en la ausencia de los padres de los Yagami.

"Taichi, ¿y tús padr-….?" - Yamato le tapó la boca de inmediato sin que pudiera terminar su pregunta, lo que lo desconcertó en un principio; pero tras observar que el rostro de los castaños se ensombrecía se sintió terriblemente apenado.

"Prefiero no hablar de eso" – los ojos del castaño parecían mirar a la nada, pero se compuso cuando notó el tono que había usado para decir lo anterior – "Ah, perdón, perdón; pero no es un tema que me agrade mucho" – la sonrisa que acompaño esa frase estaba cargada de amargura.

"No, no, yo… lo lamento, no quise…" – en verdad, no sabía qué decir para arreglarlo.

Yamato carraspeó con toda la intención de captar la atención de todos y recordó una escena muy graciosa de cuando eran más pequeños, en donde los dos mayores se vieron sobrepasados cuando sus hermanitos les preguntaron que cómo venían los niños al mundo. Los cuatro rieron al rememorar esa anécdota junto con otras y de a poco, la tensión de antes desapareció como si nunca hubieran estado.

Las horas pasaron volando y ya eran las 1 y tantas de la madrugada, mañana tenían colegio así que lo mejor era irse a acostar. Como vivían justo al lado, la despedida se limitó a un "buenas noches" por parte del mayor de los Yagami quien ya bostezaba cansado. La menor los dejó en la puerta, pero antes de que Takeru pudiera atravesar completamente el umbral sintió dos pequeñas manos asirlo con fuerza, de tal manera que ella quedó a la altura justa para susurrarle un pequeño "no te preocupes" al oído; y antes de que él pudiera contestarle algo, la puerta ya se había cerrado con un suave 'paf'.

Estaba tan ensimismado en lo que la castaña le había dicho que no reparo en un gran sillón que le bloqueaba la pasada hasta que el dedo gordo de su pie saludó a una de las patas de éste. Lo siguiente que vio fueron estrellitas y más estrellitas, además de que se preocupo de vociferar toda una sarta de maldiciones tanto en japonés como inglés.

"¡Takeru! Cuidado con el sillón que está en el pasillo" – Le grito su hermano desde su cuarto, el rubio controló las ganas de contestarle de forma sarcástica por la rapidez de su consejo, pero el dolor en su dedo reclamaba toda su atención. Prendió las luces y de inmediato se arrepintió de hacerlo, ese lugar era una pocilga; ya comenzaba a entender la preocupación de su madre.

Decidió hacer caso omiso del espectáculo que estaba viendo y apagó las luces con el inútil propósito de olvidar, si fuera posible le habría gustado colocar un par de mosaicos; además su hermano lo había llamado. Fue hasta donde éste se encontraba y para alivio suyo, su pieza parecía bastante normal.

Yamato rió cuando notó que el rostro de su hermano se relajaba – "Veo que ya conociste nuestro living, he de decirte que ese es territorio del viejo; o sea, completamente perdido, ni intentes ordenar porque al siguiente día lo encontraras peor" – le indicó la cama que estaba al costado de la ventana – "Lo pusimos al lado de la ventana, pienso que de esa forma te costará menos despertarte. Bueno, te dejo, ya es bastante tarde y mañana hay que madrugar; seguro que estás cansado, han sido muchas emociones de una sola vez".

El menor sabía perfectamente a qué hecho en concreto se refería con la última parte. Lo único que tenía claro hasta ese momento era que su hermano y su padre se habían mudado cerca de los Yagami luego del deceso de los progenitores de éstos bajo circunstancias que desconocía, y en verdad, no quería inmiscuirse más en el tema, cierto que habían sido amigos cuando pequeños pero ahora sólo eran conocidos, no tenía derecho alguno de preguntar.

Se estaba quedando dormido, cuando divisó cerca de su ventana el aletear de unas alas como de murciélago, se restregó los ojos y al ver que ya no había nada, simplemente hundió la cabeza en la almohada y cayó profundamente en los brazos de Morfeo.

Al día siguiente, los primeros rayos del sol acariciaron el rostro de Takaishi Takeru, quien se revolvió en su cama aún adormecido, a ver si con ello lograba volver a dormir. Sin embargo, cualquier intentó resulto inútil y terminó por despertar; maldijo por lo bajo cuando se dio cuenta que aún le quedaban 10 preciosos minutos de sueño, aún así salió con paso torpe de la cama porque si cerraba los ojos, no estaba seguro de poder volver a abrirlos. Miró un poco atontado la decoración de esa habitación que se le hacía un poco ajena hasta que recordó que en ese momento, se encontraba en su país natal; eso pareció infundirle energías, por lo que no tardo ni 10 minutos en vestirse con el uniforme que usaría a partir de ese día: una camisa blanca, corbata azul marino que resaltaba la tonalidad de sus ojos junto a una chaqueta y pantalón de color negro.

Pasó por el cuarto de su hermano y observó que éste aún luchaba contra las sabanas; al llamarlo, lo único que alcanzo a entender fue que el desayuno lo encontraría en la casa de al lado. Decidió no molestarlo más y salió intentando hacer el menor ruido posible.

Ya frente a la puerta vecina, se sintió un poco extraño, era un recién llegado por lo que no se creía con la confianza de llegar y abrir la puerta como lo hacía su hermano, pese a que los dos Yagami le insistieron que para ellos, él ya era como uno más de su familia. Así estaba, divagando entre entrar sin más o tocar cuando la puerta se abrió; del otro lado divisó unos ojos chocolate que lo veían divertido.

"Algo me dijo que estarías al otro lado, no hagas más el tonto y pasa"

No pudo evitar reírse de su propia timidez una vez más; pasó una mano por su cabello y lo revolvió un poco como una forma de relajarse, al conseguirlo decidió dejar de complicarse y aceptó la invitación de su vecina. Tan absorto estaba en sus propios pensamientos que no se percató que la castaña se le había quedado mirando un poco ida cuando éste se tocaba el cabello, tampoco podría imaginarse que ella había anotado mentalmente que aquel gesto provocaría un mar de suspiros a quien quiera que lo hubiera visto; definitivamente, ese chico iba a causar sensación en su primer día de colegio.

Por su lado, Takeru se dio cuenta que en verdad tenía mucha hambre cuando sintió el olor a hot-cakes proveniente de la cocina.

"Recordé que cuando pequeño te gustaban mucho, aunque no sé si seguirás igual"

"¡Eeeeh…! Qué buena memoria tienes, aún hoy me gustan un montón, ¡y estos parece que quedaron deliciosos!" – Tal vez eran imaginaciones suyas, pero finalmente había logrado poner un poco nerviosa a la menor, pues pudo notar que un pequeño rubor cubría sus mejillas. La ayudo a poner los platos en la mesa mientras ella iba a intentar despertar por enésima vez a su hermano. Tras un par de minutos, se sentó en la mesa del living suspirando resignada.

"Mi hermano nunca cambiara, ¿y Yamato?" – con un gesto le indicó que lo mejor era no esperarlo, y que empezaran a comer.

Takeru se sentó frente a ella y tomó un buen sorbo de leche antes de replicar divertido – "Está en las mismas"

"Aaah… creo que eso es culpa de mi hermano, al parecer poco después que se fueran llamó a Yamato para echar una partida en un juego de carreras, y por lo general cuando empiezan con eso, no terminan hasta las tantas" – hizo un mohín con la boca que le recordó a la Hikari de 8 años con la que solía jugar, y sin querer soltó una carcajada para asombro de la castaña – "¿Qué es tan divertido? ¡No vale que sólo tú te estés riendo!... Pero me alegra saber que no estás molesto por lo de ayer" – se quedaron de pronto en silencio sin apartar los ojos del otro, el rubio sentía que detrás de esa mirada solidaria que le daba ella, había oculto algo más, pero ¿qué?

"¡Hikari! ¿Cómo es eso de que han empezado sin mí?" – La voz de Taichi los sobresaltó, ambos comenzaron a comer su desayuno sin pensar mientras el mayor se sentaba al lado de su hermana con un hot-cake en la boca. No pasaron ni 10 segundos, cuando Yamato llegó para acompañarlos y de paso se quejó de lo poco que había dormido, y que ese día no tendría tiempo ni para una siesta, ya que a la tarde practicaría con su banda. Hikari aprovechó que estaban los cuatro y sacó su cámara, aludiendo que quería conmemorar el primer día de clases de Takeru en Japón.

El timbre sonó en el momento justo en que terminaban de sacarse la foto, que demoro un poco más de costumbre porque Taichi parecía esforzarse especialmente en salir con cara de muerto alegando que anoche se había dormido tarde haciendo cosas muy importantes (llámese a eso, pasar la etapa de un juego). Como si supieran de quién se trataba, los dos mayores se limitaron a gritar un "paaase".

"Moo… no sé cómo Hikari, ni yo, los aguanto. Podrían siquiera abrirme la puerta" – Una cabellera anaranjada asomó por la puerta, aunque entró quejándose, en verdad ya le daba lo mismo, estaba resignada al hecho de que a estas alturas, esos dos simios que tenía de amigos no cambiarían porque: a) no les interesaba y b) estaban bastante conformes con su forma de ser, en verdad, ellos siempre decían que ella debería de agradecer el tener de compañeros a un dúo tan divertido, atractivo y bromista (como extra, increíblemente humilde).

Takeru al verla entrar corrió a abrazarla, estaba seguro que esa voz pertenecía a Takenouchi Sora. Tras un par de minutos de digerir lo que estaba sucediendo, ella finalmente le devolvió el abrazo, no podía creer cuanto había crecido ese niño, aún hoy podía ver a ese pequeño de 8 años que se aferraba a ella cada vez que Ishida y Yagami peleaban. Tomo su rostro entre sus manos para verlo mejor, sonrió casi maternalmente al verlo sano, tan alto y tan guapo.

"Soraaa, no está bien que te metas con gente menor que tú" – grito Taichi en son de burla seguido de los silbidos de Yamato, esos dos tenían el don de arruinar el ambiente con sólo abrir la boca. Se dirigió hasta ellos y se preocupo de dejarle a cada uno, un buen golpe en la cabeza con la esperanza de que con eso, al menos despertaran. Luego paso a sentarse a la cabecera de la mesa, al lado de sus 'queridos' amigos.

"Como toda una jefa" – se burló Ishida del puesto en el cual se había sentado ella.

"No, no, señor Ishida, ella es una invitada especial, hay que tratarla como tal" – le siguió el juego el castaño. Sora por su lado, conteniendo la venita que le palpitaba en la frente, ignoro olímpicamente el comentario de ambos y prefirió centrar toda su atención en el recién llegado que intentaba aguantar la risa sin mucho resultado. No podía evitar pensar que quizás él era…, no, no, él acababa de llegar, debía esperar, ver cómo se irían a desarrollar las cosas.

Takeru quería mucho a la pelirroja, pero no podía evitar divertirse con la situación, le sorprendía el comportamiento burlesco de su hermano porque desde pequeño se había acostumbrado a su actitud seria y reservada; le gustaba mucho verlo de esa forma.

Sora se aclaró la garganta para que todos le prestarán atención, Taichi y Yamato aprovecharon de colocarse una mano en la frente para saludarla como militares mientras repetían ¡Señor, si señor! La pelirroja les dirigió su última mirada de advertencia, haciéndolos callar de súbito: "Espero que no te juntes mucho con ellos, sino terminarás arrepintiéndote" – los aludidos se quejaron pero ella movió las manos como si espantara a un mosquito, en realidad dos y bastante grandes, aparte de molestos. Agarró a Takeru con un brazo y con el otro a Hikari para sorpresa de sus amigos, y antes de que los mayores pudieran decir algo más, salió corriendo no sin antes sacarle la lengua a ambos. Tras un largo momento, se miraron; luego de otro largo momento soltaron un sonoro "¡Aaah!" y finalmente, se pararon deprisa para ir detrás de ellos (obviamente, Taichi aprovechó de llevarse el último hot-cake a la boca antes de partir).

Los otros tres corrían sin parar de reír sobre todo por la cara de asombro que pusieron los dos cuando ellos salieron sin aviso alguno; Hikari fue la primera en parar porque para alguien que no estaba en un club deportivo, era una tortura reírse, respirar y correr al mismo tiempo. Tras darse cuenta que la castaña no seguía andando, los otros dos también pararon.

"Parece que alguien necesita ejercitarse más" – soltó Takeru visiblemente divertido, y es que la castaña intentaba contener la risa para así poder recuperar el aliento, la verdad sin mucho éxito. Sora se acercó a ella y le dio unos palmaditas a ver si con eso se calmaba un poco, pero la menor seguía riendo y a cada tanto se quejaba de que el estómago le dolía. Los 'fuu', 'fuu' que la pelirroja le hacía decir para dejar de reír tenían el efecto contrario.

"Cá-lla-te…" – logró articular la menor mientras le sacaba la lengua – "Todavía puedo correr" – y lo hizo a tiempo, porque justo en ese momento se pudo escuchar el grito de guerra de Yagami e Ishida.
"Takeru, ¡corre por tu vida!" – vociferó Sora. El aludido no se hizo de rogar y le siguió los pasos a la pelirroja.

El resto del camino fue un tira y afloja, en donde los perseguidores lograban acortar la distancia y luego ésta aumentaba otra vez porque Taichi debía esperar a que el vocalista de la banda Teenage Wolves recuperara el aliento, eso sí, el castaño también estaba teniendo un par de dificultades debido a la falta de sueño.

Finalmente, los perseguidos lograron llegar antes a la puerta, sonrieron triunfantes mientras levantaban los brazos exclamando gritos de júbilo. A lo lejos, una chica de curioso cabello rosado poblado de estrellas llamó a Sora, y ésta se disculpo para ir a saludar a su amiga, prometió que iría a verlos más tarde.

La castaña se apoyó contra una pared y tomó largas bocanadas de aire; el rubio la acompañó en silencio sin notar que no podía apartar la vista de ella, ¡es que lo había dejado sorprendido! Recordaba que de pequeños, Hikari solía enfermar con facilidad, por lo cual tenía prohibido realizar actividad física en exceso, pero actualmente y hace tan solo un momento, la vio corriendo como lo haría cualquier persona, sin que le diera un solo ataque de toz, como había sucedido una vez hace mucho tiempo cuando el menor le insistió que jugará un partido de fútbol junto a otros niños del barrio. En esa oportunidad no pudo percatarse de que ella respiraba dificultosamente tras unos minutos, porque él estaba demasiado entusiasmado jugando; no se dio cuenta hasta que la menor cayó al suelo. Aún hoy ese episodio le pesaba, por eso no había podido evitar preocuparse un poco cuando la vio detenerse para recuperar el aire.

Los ojos chocolate se encontraron con los azules, pero éstos estaban ausentes. Aprovechándose de eso, se acercó con sigilo y le pellizcó ambos cachetes hasta formar una sonrisa un tanto extraña. Recién cuando el rubio pareció volver, lo soltó aunque no con mucha delicadeza.

"Auch, ¿por qué fue eso?" – alegó acariciándose las mejillas rojas.

"Parecías estar en la luna así que pensé en traerte de vuelta. Y ya ves, estoy perfectamente sana" – le dijo adivinando sus pensamientos – "Si me lo propongo puedo correr 100 kilómetros sin sudar ni un poco"

"Por lo que vi antes, conseguirías eso sólo si fueras sobre un auto" – se miraron desafiantes hasta que no pudieron aguantar más y estallaron en carcajadas.

La campana sonó, ¡demonios! Se les había olvidado por completo las clases. Nuevamente tuvieron que correr para llegar al salón a tiempo. Para su suerte, el profesor aún no había llegado, así que Hikari le indicó que esperara por él afuera y que ella entraría primero. Le deseo suerte aunque estaba segura de que no la necesitaría.

Ni bien la menor había cerrado la puerta, el oji-azul escuchó pasos agitados por el pasillo. Acto seguido, el que supuso era el profesor de su clase apareció visiblemente exhausto. Se presentó como "Akiyama Ryo" y lamentaba que en su primer día lo viera así. Le dio un apretón de manos mientras le miraba fijamente.

"¿Pasa algo, profesor?" – preguntó el rubio sin evitar sentirse un poco desconfiado, ya que, o la vista le fallaba o podía divisar que en su camisa había una especie de corte, un corte tan limpio que era imposible que fuera fruto de un descuido. El profesor pareció notar hacia dónde miraba el muchacho, pues se abotonó la chaqueta de inmediato; pero sin abandonar su sonrisa, cantó: la luz ha encontrado su foco, y éste extrañamente se llama esperanza. Entró al salón y sin mirar al rubio le indicó que lo siguiera.

Takeru no entendía absolutamente nada. Esa canción jamás la había escuchado, podría pensar que se trataba de un tema antiguo y no haberle dado importancia; sin embargo, no pudo evitar sentir curiosidad pues estaba seguro que cuando cantaba, enfatizó las palabras luz y esperanza.

Ni bien entró a la sala, los ahí presentes quedaron mudos en un santiamén, gracias a dios era un chico sereno, así que ni se inmutó al tener varios pares de ojos observándolo. Por otro lado, como era un poco ingenuo en ese tipo de temas, ni siquiera se percató de que las miradas de las mujeres eran un poco más intensas. Ese tipo de cosas eran el Talón de Aquiles de Takaishi, aunque al mismo tiempo le sumaba puntos a favor el no enterarse de nada.

"Eeeh… clase, este es…" – Ryo se revolvió los cabellos mientras hojeaba sus apuntes – "Ah sí, Takaishi Takeru, sean amables con él"

"Mucho gusto" – sonrisa radiante que provocó un pequeño "kyaa" en la población femenina. En todas excepto una: Yagami Hikari, quien sonrió divertida al ver que no se había equivocado al afirmarle ayer que, sin duda, causaría estragos en el colegio.

Por otro lado, los hombres miraron con recelo al recién llegado, pensando que qué se creía ese. Entre ellos estaba Motomiya Daisuke, quien inmediatamente fijó su vista en la castaña pero se alivio al ver que ella no mostraba signo alguno de euforia ante el nuevo.

Poco le duró la alegría al chico de los googles porque el susodicho logró sentarse justo atrás de la castaña, a lo que ella se dio la vuelta y le sacó la lengua. El rubio no se iba a quedar así sin más, por lo que aprovechó de pellizcarla en un punto sensible: justo al costado. Eso causo que ella se parara de golpe provocando la risa de sus compañeros. Definitivamente, ese chico no le agradaba, ni un poco.

Mientras el profesor leía un texto para la clase, los ojos chocolate se cruzaron con los azules, y no era para admirarlo, sino que para advertirle que su sentencia de muerte ya estaba fijada.

Para la compañera de asiento de la menor, el intercambio entre esos dos tampoco pasó por desapercibido, así que ignorando completamente la aburrida clase de literatura (el profesor no ayudaba mucho, sólo se dedicaba a hacerlos leer y leer, y leer) obligó a que su amiga le prestará atención unos segundos.

"¡Ay! Miya, ¿qué pasa?" – la pelimorada, que respondía al nombre de Inoue Miyako, omitió toda queja de la castaña ante su brusca forma de llamar su atención y portando una sonrisa picaresca le preguntó: "¿Qué te traes con el nuevo?"

"¿Acaso te gusta?" – devolvió la menor sin pelos en la lengua.

Su amiga se sonrojo pero fueron tan solo unos segundos, pues contraataco – "Desde que llegaste te he visto con una sonrisa de oreja a oreja, ahora veo por qué."

"No sé de qué me hablas" – hubieran seguido peleando si no fuera porque el grueso texto del profesor las golpeo en la cabeza.

"Señoritas, me gustaría que prestarán atención a la clase"

"Síii, profesor" – exclamaron a coro sin mucho entusiasmo.

A Ryo en verdad no le importaba mucho que lo escucharan o no, pero como había dicho una vez una amiga suya, si les daba libre albedrío, aunque fuera una vez, esos chicos le perderían el respeto y se dedicarían a hacer lo que les viniera en gana. Sinceramente le parecía un poco exagerado, sin embargo era eso o ser reprendido de nuevo; ya bastantes problemas tenía lidiando con 'eso' como para preocuparse de un tumulto de niños precoces. Así que la mejor opción era cortarles las alas de lleno.

Las clases siguieron sin sobresaltos hasta que llegó el receso. Como era de esperarse, gran parte de la clase (dígase, las féminas) rodearon a Takeru en un segundo, bombardeándolo de preguntas. Entre todo el bullicio, logró responder a unas cuantos como: no tengo novia, mi rubio es natural, los ojos también, hace poco vivía en Inglaterra, me gusta el básquetbol, no tengo un tipo de chica ideal, etc, etc. En lo posible, intentaba responder guardando la mayor calma posible; anoche se había mentalizado con que algunos compañeros sentirían curiosidad y le harían preguntas, pero la cantidad de personas hablando con él en ese momento superaban con creces sus expectativas.

Hikari se dedicaba simplemente a mirar divertida cómo, de a poco, su amigo comenzaba a exasperarse ante tantas bocas conversando con él a la vez. Ni siquiera podía escuchar sus propios pensamientos.

"¿No crees que deberías de ir a ayudarle? Se nota que ya no lo está pasando muy bien" – le sugirió Miyako. Mientras el rubio estaba siendo acosado, por fin había logrado sacarle información a la castaña acerca de él; ya más tarde escribiría un artículo como buena integrante del club de periodismo, y es que, al igual que su mejor amiga, pensaba que en poco tiempo, el rubio conseguiría posicionarse en el TOP5 de los chicos más populares, ¡Qué decía! Incluso podría darle la pelea al actual número uno: Ishida Yamato. Hikari también le comentó que los dos eran hermanos, "vaya genes que tiene esa familia" – pensó.

La castaña negó suavemente, parecía disfrutar el momento – "Esta es la venganza perfecta, ni siquiera tuve que mover un dedo" - en vez de ayudarlo, se limitó a tomar una foto. Y para que quedaran en paz, le dijo que la podría usar en su artículo. Todo lo demás sin perder la sonrisa. Miyako se acomodó los lentes sin dejar de pensar que Hikari podía ser tan inocente como malvada.

"¡Eh! ¡Hikari! ¿Por qué tantas confianzas con ese tipo?" – Daisuke no ocultó para nada su enfado.

"Ya vieenee otra vez" – la pelimorada rodó los ojos, Motomiya nunca se cansaría.

"Es un amigo de la infancia, punto" – para ella, Daisuke podía ser bastante gracioso si se lo proponía, por lo general no le molestaba pasar tiempo con él; pero cuando se ponía así era insoportable. Esperaba que con esa información se calmara, aunque no estaba muy convencida.

Para rematar, otro rubio entro a la sala y tras depositar un beso en la mejilla tanto de Hikari como de Miya, inició una animada charla (todo esto ignorando sin disimulo alguno al fanático del soccer). Para ellas, ya se había tornado en costumbre la forma de saludar de Wallace, así que ya no le daban importancia; sin embargo, Daisuke no podía evitar querer matarlo cada vez que lo hacía.

"¡Te he dicho que no hagas eso!" – y ni le importo que con eso interrumpiera la conversación que estaban teniendo.

"Aah, Motomiya, no me había dado cuenta que estabas aquí" – luego siguió hablando con ellas como si con eso hubiera dado fin a la discusión.

Ese tipo lo sacaba de sus casillas, y para colmo ahora debía soportar a otro rubiecito. Pues si era ese el tipo ideal de Hikari, prometía que se teñiría el pelo de un amarillo que la dejaría alucinando apenas le dieran su próxima mesada. Se imagino a sí mismo con ese color, y la sola visión le dio escalofríos. Mejor la conquistaba de otra forma, después de todo tenía muchas virtudes, mejores que las de esos dos juntos.

Al otro lado del colegio, en un sector que estaba prohibido al paso de los estudiantes, varios profesores se habían reunido a discutir cierto tema, bastante relevante para el futuro tanto de la nación como del mundo entero.

Continuará…

Notas de la Autora: ¿Y? ¿Y? ¿Qué les pareció? ^_^ De a poco se irá desarrollando la trama central, en este fic he mezclado varias cosillas, así que espero que sea agradable para ustedes.
Digimon fue mi primera serie de anime favorita, una serie que llegue a amar de corazón. Por ello es un poco extraño que sólo ahora me haya dado por escribir sobre ella. Hace más de un mes me topé con unas canciones de Digimon en Youtube, y de un momento a otro me encontraba buscando videos como loca relacionados a la serie. Recordé un montón de cosas y sin poder evitarlo, las ideas para escribir una historia bombardearon mi mente, de verdad. Sobre todo luego de descubrir las traducciones de las canciones "Focus" (de Takeru) y "Reflection" (de Hikari). ¡Hacían del Takari una pareja tan canon… TOT! Como fan, me sentí bastante satisfecha, aunque todavía espero que los productores rehagan el final y pongan en claro que esos terminaron juntos (debe haber otro indicio en el hecho de que cuando Takeru cuenta a qué se dedica Hikari, no aparezca una imagen de ella siendo profesora como en los otros niños elegidos).
Seguiré con mis cavilaciones después. Espero hayan disfrutado de este primer capítulo y que pronto nos veamos en el siguiente.

Notas extras: bueno, es una historia que empecé publicando en www.fanfiction.net y pensé que sería bueno publicarla aquí también. No creo que me vayan a cobrar algún derecho u otra cosa lol
Así también me sirve de archivo para mí xD


1 comentarios:

Anónimo dijo...

Llegué a tu blog preguntando por sushi con junaeb y me encuentro con una linda historia de Digimon (que a todo esto me encanta!) :P

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